miércoles, 16 de junio de 2010

Un paseo por Santiago



Hoy me levanté más temprano de lo habitual… Mi nieto ha decidido llevarme a conocer el actual gran Santiago. Mi mente senil ya no recuerda la última vez que pisé aquellos adoquines de esa gran cuidad. Donde los autos eran escasos, las personas eran amables, y en donde todas esas construcciones que hoy miras con desprecio Tomasito, causaban admiración en todos nosotros. En esos tiempos jamás hubiéramos desvalorado aquel arte arquitectónico, que sin duda alguna fueron, las protagonistas físicas de cada una de nuestras historias personales.

La encargada de llevarnos hacia mi querida cuidad seria la “liebre”….- ¡Perdón! Tomasito, bien sabes tu, que los modismos de abuelos no se adecuan a los de la juventud….¡Esta bien! No las volveré a llamar así, sino que ahora me acostumbraré a decirle “micro”-. Bueno se supone que ésta micro nos llevará a la estación de ferrocarriles de la famosa “Estación Central”.

Fue así, entonces, como llegamos al “Gran Santiago”. Cuando nos bajamos del tren un aire hechó a volar mis recuerdos, los esparció por todo ese característico lugar, y ya no nos encontrábamos en el año 2010, si no en el año 1989 donde podía ver perfectamente cómo la muchedumbre que corría loca y expectante a ver la última maravilla que vendía un puesto ambulante, era ni más ni menos que los trozos del muro de Berlín.

Pero esos tiempos pasaron y nada de lo que hay ahora se asemeja a lo de antes, aquellas revoluciones que buscaban cambiar el mundo ya no existen, ahora la gente ya no está interesada en las viejas historias que identifican estos pavimentos. Gracias a Tomasito, mi querido nieto, me dí cuenta de este problema, “la falta de identidad con la que esta creciendo nuestra comunidad”.

Bueno… decidí que era mejor caminar, ya que no encontré necesario subirnos a esas monstruosas micros de cuatro ruedas llamadas “orugas”. Tomasito, por supuesto, no estuvo de acuerdo conmigo, pero le dije que la mejor manera de conocer esta ciudad era caminando, para así ver con mucho más detalle cada característica de este lugar.

Tomasito no dejó de quejarse, y así fue todo nuestro recorrido hasta llegar a la calle más “pirula” en algún momento de la historia, “República”, donde vivía gente que se “creía la muerte”, o sea de pelo centro como los Cousiño, Errázuriz, Irarrázabal. Este barrio se caracterizaba por su tranquilidad y sus mansiones, lo cual ahora se identifica por la conmoción juvenil como un barrio universitario. Luego de este gran recorrido llegamos a uno de los lugares más “encachados” e importantes de la ciudad de Santiago de Chile, el “Palacio la Moneda” –Al fin lo podrás conocer, ya que solamente mirabas imágenes una que otra vez por la televisión desde nuestro pueblo natal, Chillán. Nos paramos en la Plaza La Constitución para tener una vista más panorámica y así ver, analizar cada uno de sus detalles e historias.

Todos estos lugares pertenecen a la columna más importante de Santiago, a la arteria central de esta ciudad, la calle llamada “Alameda”, donde también se encuentra el actual Paseo Ahumada; Me contó un pajarito que aquel nombre proviene de la familia del capitán Valeriano de Ahumada un vecino que se encontraba en su solar (terreno), entonces se le denominaba “La cuadra de los Ahumada”, lo que actualmente conocemos como el centro de intercambio comercial.

Solo al mirar hacia mi izquierda lo recuerdo todo, como el día en que por primera vez crucé la puerta de la Avenida Libertador Bernardo O’higgins 115 Santiago Centro, Chile. Aquella dirección responsable de lo que soy y seré por el resto de mis días jamás se borrará de lo que ya se convierte en una senil mente. Las cosas que he pasado en esta ciudad, las calles que me han acompañado, jamás se irán, por que entre ellas y yo no solo hay pisadas, si no que una conexión mas difícil de olvidar que son mis raíces, mis raíces de cemento.

Casi estábamos llegando a nuestra mítica “Plaza Italia”; cuando el latir de mi corazón me hizo comprender que aquel lugar me era familiar. De pronto sentí que yo pertenecía a él, que de alguna manera me atraía y me absorbía en una emoción que ni la tan astuta razón comprendía.

Le dije.-¡Mira! Casi llegamos a Plaza Italia.– Sin duda alguna… el lugar en donde se encuentran todas las historias de nuestra ciudad, aquella que nos cuenta todas las maneras que tenemos de convivir, de comerciar, en donde hemos integrados o aislado al otro; aquella que nos delata de nuestras actitudes frente a la locura y la muerte; la que nos denuncia de la violencia de nuestro poder; en donde están develados nuestras estrategias y nuestros deseos.

Tomasito nieto adorado, estos particulares pavimentos, asfaltos, calles o simplemente suelos están marcados por nuestras historias, que en la actualidad se ven representadas en los barrios de nuestra sociedad, ya que por cada suceso se puede contar historia, y detrás de cada una de ellas hay un trasfondo, hay un porqué; pero hay que invertir la situación en la que se encuentra sumergida la comunidad de hoy, la que vive sin darse cuenta el verdadero sentido de caminar libres y soberanos por estas vías cercanas que posee nuestra identidad, y la que no estamos valoramos como tal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario